Según la fuente que se dice nativa de New York, Miley no era tan problemática como la pintan. Simplemente la ex Hanna Montana llegaba con un humor de perros a grabar porque siempre había conflictos al interior de su familia, una vez que se calmaba era la más entusiasta y dispuesta a colaborar. Su afición al alcohol le vino desde muy joven, quizás como una forma de escapar de su realidad. Los cigarrillos eran su debilidad, sin embargo pone en duda que hubiera adiciones a drogas fuertes o fármacos de dudosa reputación.
Demi Lovato se lleva la peor parte y dice que era adicta a la cocaína, pero ninguno de los productores hacía nada por resolver el asunto. Más bien distraían la atención de la prensa con las rabietas de la Cyrus. Demetria además de luchar contra los desordenes alimenticios y tenía que lidiar con una madre controladora que estaba dispuesta a vender cualquier exclusiva a la prensa a cambio de dinero. Por supuesto que la acusadora al final se excusa con la consabida frase "Lo de la cocaína no lo vi con mis propios ojos, pero todo el mundo hablaba de ello".
Esta "amiga" entre comillas, sigue destilando veneno a diestra y siniestra ya que amparada en el anonimato se pueden decir miles de cosas. Lo cierto es que Miley Cyrus y Demi Lovato no estarían ajenas al infierno que viven muchas de las estrellas infantiles de Hollywood. Lo positivo es que tanto la Cyrus como la Lovato han sabido dejar atrás los fantasmas. Si cayeron en las adiciones de las que se hablan, doble mérito para ellas porque son unas ganadoras y han llegado a una etapa que son capaces de reconocer sus errores y miran con optimismo el futuro.
